La introducción de 20 castores en 1946 tuvo la finalidad de generar un nuevo recurso para la provincia con base en la explotación de su piel y mantuvo a la especie protegida de su caza. A comienzos de la década de 1980, la Administración de Parques Nacionales (APN) fue la primera institución que avanzó sobre la problemática causada por la especie desde su introducción, generando el primer informe técnico que hablaba del impacto sobre el ambiente fueguino. Informes posteriores del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) Bariloche propusieron la apertura de la caza de la especie como herramienta de control y/o erradicación de la misma, momento en el que la Dirección de Recursos Naturales del entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego se contactó con el CADIC proponiendo abordar la problemática generada por dos especies introducidas, el castor (Castor canadensis) y la rata almizclera (Ondatra zibethicus), en el marco del manejo de los recursos naturales. Es así como el grupo liderado por la Dra. Marta Lizarralde tomó esta línea de investigación y a partir de ese momento se generó un vínculo entre el grupo de Ecogenética del CADIC, la dirección de Recursos Naturales de la Provincia y la delegación de Parques Nacionales.
FIGURA 1. Castor en su embalse.
Los primeros becarios del CONICET vinculados al tema del castor (FIGURA 1), Lic. Patricia Hansen (1989-1991) y Lic. Guillermo Deferrari (1992- 1997), emplearon las castoreras del área recreativa del PNTF como sitios de observación, muestreo y áreas de manejo. Dentro de las actividades conjuntas se comenzaron a probar técnicas para el manejo de áreas conflictivas, como el uso de dispositivos de control de nivel de los embalses y el manejo de las alcantarillas sobre la ruta Nacional Nº 3, a fin de evitar su inundación.
Los censos anuales realizados por personal del CADIC brindaron información ecológica y poblacional que permitió realizar las primeras publicaciones científicas sobre la especie en Sudamérica, así como también compartir dicha información con otras instituciones en virtud de aplicar al manejo y control de la especie. Ya para ese entonces, la caza de la especie estaba habilitada desde comienzos de los ’80 pero el valor comercial era muy bajo por lo que no fue exitosa. A fin de incentivar la misma, se realizaron diferentes acciones como la aplicación del uso de trampas de tipo humanitario (modelo Conibear 330), las cuales fueron puestas a prueba junto con perso- nal de APN en el control de los diques dentro del PNTF.
Los estudios sobre el impacto del castor sobre el bosque fueguino realizados en el arroyo Los Castores (FIGURA 2) permitieron modificar el control de castores dentro del PNTF cambiando su forma de caza y dando el puntapié a la elaboración conjunta del plan de manejo de la especie dentro del área recreativa del PNTF. Un plan que, a pesar de necesitar una readecuación, se sigue utilizando en la actualidad.
FIGURA 2. Camino a laguna Esmeralda. Recuadro: Embalse en el arroyo Los Castores, PNTF (“Castorera Turística”).
En este caso, el castor sirve como ejemplo de interrelación entre dos instituciones que se articulan para abordar de manera efectiva las realidades y demandas locales en torno a los problemas de conservación y manejo de especies invasoras.
Muestreos de plancton en el Parque Nacional Tierra del Fuego
El término plancton abarca una gran diversidad de organismos, mayormente microscópicos, que, debido a su escasa capacidad de movimiento, dependen de las corrientes para desplazarse.Dentro de este grupo encontramos tanto organismos vegetales (fitoplancton) como animales (zooplancton), que habitan en ambientes de agua dulce y marinos. Su estudio es fundamental, ya que forman la base de la red trófica acuática, alimentando a peces, moluscos y otros organismos. Además, el fitoplancton no solo produce una gran parte del oxígeno que respiramos, sino que también desempeña un papel clave en la regulación del clima al absorber dióxido de carbono.
Como parte de mi investigación doctoral, estudio estos organismos en distintos sitios donde los ríos desembocan en el canal Beagle. En zonas donde confluyen el agua dulce y el mar, estas comunidades pueden brindarnos información valiosa sobre la biodiversidad y los efectos de factores ambientales como la temperatura y la salinidad.
FIGURA 1. Mapa del área de estudio. A. PNTF, ubicado en la parte suroeste de la Isla Grande de Tierra del Fuego (Argentina). B. Imagen satelital que muestra la llanura de marea. El punto rojo indica el sitio de muestreo en la desembocadura del río Ovando dentro del PNTF.
Uno de mis sitios de estudio favorito se encuentra en la desembocadura del río Ovando, en bahía Lapataia, dentro del PNTF (FIGURA 1). Cada mes realizo salidas de muestreo, recorriendo el área en distintas estaciones del año y observando cómo el paisaje cambia con el tiempo (FIGURA 2). Para recolectar las muestras de plancton utilizo diferentes redes especializadas: una más pequeña para fitoplancton, otra de tamaño intermedio para zooplancton, y una de mayor tamaño para larvas de peces (FIGURA 3). Las redes de plancton atrapan a los organismos gracias a su diseño en forma de cono y al uso de una malla fina. Cuando la red se arrastra por el agua, ésta fluye a lo largo del cono. A medida que el agua circula, pasa a través de la malla compuesta por pequeños poros que permiten el paso del agua, pero retienen a los organismos que son más grandes que dichas aberturas. De esta manera, el plancton queda atrapado y es arrastrado hasta el extremo final de la red, donde se encuentra un recipiente colector. Allí se acumulan todos los organismos retenidos durante la colecta.
FIGURA 2. Variación estacional. Mismo lugar de muestreo en invierno y en verano.
FIGURA 3. Redes utilizadas para colectar muestras de plancton.
FIGURA 4. Colecta de las muestras de plancton. Arrastre de las redes dentro del agua.
Para la toma de muestras, uso trajes wader y, junto con otra persona, arrastramos manualmente las redes en la zona cercana a la desembocadura, recorriendo aproximadamente 100 metros en paralelo a la costa, repitiendo el procedimiento tres veces (FIGURA 4). Además de recolectar organismos, también registro diferentes propiedades del agua utilizando un multiparámetro, con el que mido temperatura, salinidad, pH, entre otras variables (FIGURA 5). También tomo muestras de agua para analizar la concentración de nutrientes disueltos y de clorofila a, que sirve como indicador de la abundancia de fitoplancton.
FIGURA 5. Toma de datos con un multiparámetro.
Todas las muestras son trasladadas al Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET), donde se procesan y analizan para identificar la composición del plancton y de esta manera, comprender su rol en el ecosistema del canal Beagle.
El lago Acigami es un cuerpo de agua que ocupa parte del fondo de una artesa o valle glaciario (FIGURA 1) modelado por un antiguo glaciar de descarga originado en el extremo oriental del campo de hielo de la cordillera Darwin (Chile) y alimentado por glaciares tributarios. Estos glaciares ya no existen en el paisaje, pero han dejado testimonio de su existencia en el relieve que esculpieron.
El lago Acigami presenta una longitud máxima de 10,8 km, un ancho máximo de 2,3 km y una superficie total de 17 km2. Aproximadamente el 14% de la superficie del lago se encuentra en el PNTF, el resto ocupa territorio chileno, donde se lo conoce como lago Errazuriz. El mismo es alimentado por un río sinuoso o meandriforme generado por agua de fusión de nieve y glaciares ubicados en el sector oeste del valle. A su vez, el lago alimenta al río Lapataia el cual recorre el sector “Área Recreativa del PNTF” hasta desembocar en la bahía Lapataia. La particularidad de este río es su carácter distributivo, ya que, a metros de sus nacientes, la isla “El Salmón” provoca la bifurcación de aguas en dos canales que se reúnen 800 metros aguas abajo para formar un amplio cauce, de aspecto similar a una laguna, desde el cual se produce nuevamente una bifurcación de aguas (FIGURA 2). El cauce más occidental, de 1,8 km de largo, es conocido como río “Ovando” mientras que al cauce oriental se le denomina río “Lapataia”, el cual se extiende por 1 km hasta llegar a la bahía homónima. Ambos cauces presentan morfologías irregulares con rápidos, angostamientos y ensanchamientos como el sector conocido popularmente como “Laguna Verde”.
FIGURA 1. Ubicación de los valles glaciarios y cordones montañosos en el oeste del sector argentino de la Isla Grande de Tierra del Fuego. Foto: Google Earth®, enero 2024.
UN PERÍODO FRÍO: EL ÚLTIMO MÁXIMO GLACIAL
Hace aproximadamente 115.000 años comenzó la Última Glaciación, un evento climático frío que afectó a todo el planeta y que se caracterizó por el crecimiento de glaciares en tierras bajas de altas latitudes. Esta glaciación tuvo su período más frío en la región entre 30.000 y 20.000 años atrás, momento conocido como Último Máximo Glacial (UMG).
Durante el UMG, este sector del PNTF estuvo cubierto por una red de glaciares de aproximadamente 600-700 m de espesor, de la cual sólo asomaban algunas cumbres montañosas. El paleoglaciar (antiguo glaciar) Acigami fue uno de ellos, otros fueron el paleoglaciar Yendegaia, ubicado inmediatamente al oeste, el paleoglaciar Cañadón del Toro ubicado al este y el mayor de todos, el paleoglaciar Beagle, el cual actuaba como colector del resto de los glaciares (FIGURA 3A).
FIGURA 2. El lago Acigami y su drenaje hacia la bahía Lapataia a través de los ríos Ovando y Lapataia.
UN PERÍODO CÁLIDO
Luego del UMG estos glaciares, al igual que todos los glaciares del planeta, comenzaron a retroceder como consecuencia del calentamiento climático global natural que condujo al actual período climático cálido conocido como “Holoceno”, iniciado hace 11.700 años.
En nuestra región, esta fase final estuvo caracterizada por la presencia de numerosos lagos originados en las depresiones erosionadas por los glaciares y por ríos que evacuaban el agua de fusión formando planicies. En algunas depresiones se generaron lagunas o charcas que poco a poco fueron colmatadas por vegetación acuática y que luego dieron lugar a la formación de turberas como las de la laguna Negra, Lapataia y Pipo.
Sabemos que hace unos 15.000 años atrás el paleoglaciar Beagle habría desaparecido por completo del interior del canal y posiblemente los glaciares tributarios hayan quedado relegados al interior de sus valles. Para este momento, el lago Acigami se desarrollaba como un lago glacial (FIGURA 3B), posiblemente en contacto con el frente del hielo, mientras que la bahía Lapataia y el valle que la conecta con la bahía Yendegaia, estaban libres de hielo y eran recorridos por ríos que fluían a la bahía Lapataia.
OTROS CAMBIOS GLOBALES: LA GLACIO-ISOSTASIA Y EL ASCENSO RELATIVO DEL NIVEL DEL MAR
La pérdida del peso de la corteza terrestre, causada por la desaparición de los grandes glaciares, produjo un levantamiento progresivo del terreno durante varios miles de años. Este fenómeno fue más pronunciado en el sector oeste de Tierra del Fuego debido a que allí se encontraban los glaciares de mayor espesor y peso. Por otro lado, como consecuencia del derretimiento global de los glaciares, el nivel del mar ascendió en todo el planeta, produciendo aquí la inundación de la artesa en la que se formó el canal Beagle y del lago Acigami.
UNA LÍNEA DE COSTA DISTINTA A LA ACTUAL
En tiempos del ascenso generalizado del nivel del mar, cuando este llegó a su máxima elevación hace unos 7.000 a 6.000 años atrás, la antigua línea de costa alcanzaba el cauce del río Lapataia y las costas del lago Acigami. Las evidencias de campo y los modelos digitales de elevación permiten reconstruir la extensión de la invasión del agua marina en estas artesas e interpretar al relieve del sector comprendido entre el lago Acigami y la bahía Lapataia como un paleofiordo, recordando que un fiordo es una artesa inundada por agua de mar (FIGURA 3C). Esta entrada marina tenía una longitud máxima de 20 km, desde bahía Lapataia hasta unos 3 km al norte de la costa noroeste del lago actual.
Las evidencias geológicas indican que el paleofiordo se formó hace 9.000 años atrás (FIGURA 3C). Algunas evidencias de la existencia de este paleofiordo son playas marinas elevadas (paleoplayas) con respecto al nivel actual del lago, resultado de un nivel del mar algunos metros más alto que el actual y del ascenso regional del terreno provocado por el retiro de los glaciares (glacioisostacia). Además, asociadas a las playas elevadas, se han descubierto un gran número de sitios arqueológicos que evidencian actividades humanas asociadas a un ambiente de fiordo (ver “Tierra del Fuego Ancestral, el legado arqueológico del Parque Nacional” en este volumen).
El descenso del nivel del mar global provocó la desconexión entre el lago Acigami y la línea de costa actual hace unos 2.000 años atrás. Este evento marcó la desaparición del paleofiordo y la formación del lago Acigami tal cual lo conocemos en la actualidad.
FIGURA 3. Evolución paleogeográfica del lago Acigami y bahía Lapataia desde el UMG hasta la actualidad generado en base a modelos digitales de elevación del terreno mediante el uso de un Sistema de Información Geográfica (SIG). A) Arriba, izquierda: Máxima cobertura de glaciares durante el UMG. B) Abajo, izquierda: Etapa de retroceso de glaciares durante la fase final de la Última Glaciación. C) Arriba, derecha: Formación del paleofiordo lago Acigami-bahía Lapataia debido a un ascenso global del nivel del mar. D) Abajo, derecha: Situación actual.
¿AYER PALEOFIORDO, HOY FIORDO?
Una vez que el paisaje adquirió su configuración actual (FIGURA 3D), el agua de mar quedó relegada en la bahía Lapataia, la cual representa parte de la artesa que contiene al lago Acigami. Por ello, se puede considerar a esta entrante marina como el único fiordo existente en el sector argentino de la Isla Grande de Tierra del Fuego (FIGURA 4).
FIGURA 4. La bahía Lapataia, el fiordo más oriental en el canal Beagle, separado del canal Beagle por el cerro Mesa Real y la punta Entrada.
GUARDAPARQUES Y CIENTÍFICOS
Las paleoplayas marinas del lago Acigami son difíciles de reconocer en campo por la densidad del bosque y su estrato arbustivo. No obstante, los guardaparques que recorrían las costas del lago a mediados de los años 80 notaron la presencia de conchillas depositadas unos metros arriba de la costa y distantes algunas decenas de metros. Esta notable observación puso en contacto a los guardaparques con los científicos del CADIC. Allí acudieron los arqueólogos para constatar la existencia de restos de concheros, pero… ¡no todas eran conchillas recolectadas por los nativos!, entonces llegaron los geomorfólogos del CADIC para constatar que algunas eran de origen natural, no-antrópicas.
GLOSARIO
ARTESA: valle amplio y profundo con perfil transversal en forma de U, modelado por acción glacial. CAMPO DE HIELO: extensa acumulación de hielo glacial ubicada en las zonas montañosa de mayor altura. GEOMORFÓLOGOS: científicos especialistas en el estudio del origen y evolución del paisaje. GLACIOISOSTASIA: efecto de levantamiento del terreno debido a la pérdida de peso en la corteza terrestre generada por la desaparición de glaciares de grandes dimensiones. HOLOCENO: período del tiempo geológico comprendido entre 11.500 años atrás y el presente. PALEOGLACIAR DE DESCARGA: glaciar en forma de lengua proveniente de un campo de hielo existente en el pasado. PALEOPLAYA: playa marina elevada y sin conexión con procesos litorales actuales.
LECTURA SUGERIDA
• Gordillo, S.; Coronato, A. y Rabassa, J. 1993. Late Quaternary evolution of a subantarctic paleofjord, Tierra del Fuego. Quaternary Science Reviews, 12 (10):889-912. • Ponce, J.F., Coronato, A., Rabassa. J. (2017). Historia de los Glaciares de Tierra del Fuego. Revista La Lupa. 10:30-35. • Rabassa, J., Coronato, A., Gordillo, S., Candel, M.S., Martínez, M.A. 2009. Paleoambientes litorales durante la Transgresión Marina Holocena en Bahía Lapataia, Canal Beagle, Parque Nacional Tierra del Fuego, Argentina. Revista de la Asociación Geológica Argentina, 65 (4):648-659.
Algunos hechos históricos del Parque Nacional Tierra del Fuego
HUELLAS DE LA INTERVENCIÓN HUMANA EN UN PAISAJE EXTREMO
El PNTF no solo se destaca por su biodiversidad y paisajes imponentes, sino también por su historia social. Desde los trabajos forzados de los presos del antiguo penal de Ushuaia hasta la creación del parque en 1960, este lugar encapsula la interacción entre el humano y la naturaleza en uno de los entornos más remotos del planeta. Este artículo explora tres aspectos clave de su historia: los tocones como testimonio del trabajo de los presos, la inauguración del PNTF y la Mina Beatriz, un legado minero que refleja los intentos de explotación de recursos en la región.
El Parque Nacional Tierra del Fuego (PNTF), muchos años antes de su inauguración, fue testigo del trabajo forzado de los presos del penal de Ushuaia. A principios del siglo XX, Ushuaia albergó una de las cárceles más australes del mundo, conocida como el Presidio de Ushuaia. Los reclusos eran enviados a esta remota región para cumplir sus penas y, al mismo tiempo, contribuir al desarrollo de la colonia mediante diferentes labores.
LOS TOCONES
El Parque Nacional Tierra del Fuego (PNTF), muchos años antes de su inauguración, fue testigo del trabajo forzado de los presos del penal de Ushuaia. A principios del siglo XX, Ushuaia albergó una de las cárceles más australes del mundo, conocida como el Presidio de Ushuaia. Los reclusos eran enviados a esta remota región para cumplir sus penas y, al mismo tiempo, contribuir al desarrollo de la colonia mediante diferentes labores.
El Presidio de Ushuaia fue inaugurado en 1902 y funcionó hasta 1947. Durante este período, los presos fueron utilizados como mano de obra para diversas tareas, desde la construcción de infraestructura hasta la explotación de recursos naturales. Entre las labores más destacadas se encontraba la tala de árboles, principalmente lengas y coihues, para obtener madera que se utilizaba tanto para la construcción como para calefacción en el frío clima fueguino.
Los presos eran trasladados desde el penal hasta los bosques que hoy forman parte del parque, utilizando el “Tren de los Presos” (PORTADA), también conocido como el “Tren del Fin del Mundo“. La tala de árboles, si bien se desarrolló a lo largo de los 25 km del ferrocarril, tuvo más impacto en el monte Susana y en el cañadón del Toro; extendiéndose hasta la cascada del río Pipo.
Una vez en la zona boscosa seleccionada para la tala, muchos reclusos se instalaban en campamentos provisorios donde, los de buena conducta, que se ganaban la confianza de los guardias, podían pasar las noches allí; los otros volvían al presidio cada día al atardecer.
Los campamentos cambiaban de lugar a medida que avanzaba la explotación del bosque. Penados y guardias permanecían en los mismos por meses. Durante el día, se dedicaban a cortar árboles con hachas y sierras (FIGURA 1).
PORTADA. Presos caminando por las vías del tren Decauville, en la zona de uno de los campamentos temporales del parque.
Los campamentos más conocidos fueron Leñadores del monte Susana, a 10 km de la cárcel; y El Turbal, a 14 km del presidio, en la zona del Cañadón del Toro. Este último funcionó como destacamento policial tras el cierre del presidio.
Uno de los elementos más intrigantes y evocadores del parque son los restos de los árboles cortados: los tocones (FIGURA 2). Los mismos no solo son un testimonio de la actividad humana en la región, sino también guardan una profunda conexión con la historia de los convictos que habitaron la antigua cárcel de Ushuaia. A través de estos restos, es posible reconstruir parte de la vida y las condiciones de trabajo de quienes fueron enviados al confín del mundo.
Hoy en día, los tocones son parte del paisaje del PNTF y se han convertido en un atractivo histórico y cultural. Estos restos son un puente entre el pasado y el presente, permitiendo a las generaciones actuales comprender y valorar la historia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
FIGURA 1. Preso realizando trabajos de tala en el bosque fueguino, en el área que luego conformaría el PNTF. La imagen refleja el uso del trabajo penal en la explotación de recursos naturales a comienzos del siglo XX.
FIGURA 2. Tocones en el Parque Nacional Tierra del Fuego, en la década de los 70. La altura de los tocones muestra en la etapa del año que fueron cortados; si supera el metro y medio de altura, la tala de ese sector del bosque se realizó en época invernal, con el suelo cubierto por gran cantidad de nieve.
INAUGURACIÓN DEL PARQUE
Después de varios intentos de inauguración, el PNTF se creó el 30 de septiembre de 1960, mediante el Decreto-Ley N° 15.554, firmado por el entonces presidente, Arturo Frondizi; cubriendo una superficie de 68.909 hectáreas. Su creación respondió a la necesidad de proteger el entorno natural de la región
En ese entonces gobernaba el Territorio Nacional Tierra del Fuego Ernesto Manuel Campos, quien fue gobernador en tres períodos distintos. Desempeñó un papel crucial en la promoción de la creación del parque. Campos fue un defensor de la conservación y el desarrollo sostenible en la región, y su gestión sentó las bases para la protección de áreas naturales en Tierra del Fuego. Su labor perdura en el parque, que hoy es un símbolo de la identidad fueguina. Además, la gestión de Campos es recordada como una de las más influyentes en la historia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, dejando un legado significativo en términos de infraestructura (FIGURA 3) y desarrollo social. Su enfoque en el bienestar de la comunidad y en la mejora de la calidad de vida sigue siendo destacado en homenajes y conmemoraciones en la región.
LA MINA BEATRIZ
Dentro del PNTF se encuentra la Mina Beatriz, un sitio histórico que forma parte del legado minero de la región. La misma es un depósito de minerales de escasa importancia. Entre 1979 y 1984, se realizaron pruebas para determinar la presencia de zinc, plomo, cobre y oro en la zona.
Desde el punto de vista geológico, la Mina Beatriz (FIGURA 4) se encuentra en una zona rica en depósitos de carbón, formados durante el período Cretácico. Estos depósitos son el resultado de la acumulación de materia orgánica en ambientes pantanosos que existieron en la región hace millones de años.
FIGURA 3. Hostería Alakush comenzó a construirse en 1962 y se inauguró en 1965 en el PNTF. En 1988 un incendio provocó la destrucción total del edificio. Posteriormente, en 2002, la Dirección de Parques Nacionales licitó la edificación del Centro de Visitantes Alakush, que comenzó a funcionar en 2008.
FIGURA 4. Boca de la Mina Beatriz, la cual se encuentra en zona de acceso restringido al público.
La Mina Beatriz no está incluida entre los senderos habilitados para visitas dentro del PNTF, y su ingreso está prohibido. De todas formas, su presencia es un recordatorio de la interacción entre el humano y el ambiente, en una región donde las condiciones extremas dificultan cualquier tipo de actividad económica.
El PNTF es mucho más que un área protegida; es un espacio donde convergen la historia, la cultura y la naturaleza. Desde el legado de los presos y el icónico Tren del Fin del Mundo; pasando por su inauguración, durante la presidencia de Frondizi, y la exploración minera; el parque expresa la identidad fueguina. Su conservación no solo es vital para proteger la biodiversidad, sino también para preservar la memoria histórica de una región única en el mundo.
Los motivos detrás de las indicaciones dentro del Parque Nacional Tierra del Fuego
En el parque hay muchas indicaciones: caminar únicamente por sendas habilitadas, no hacer ruido, no usar drones, llevarse la basura de regreso a casa, no llevarse nada de recuerdo. Sabemos que esas reglas pueden resultar incómodas pero todo tiene un porqué y te lo contamos.
El Parque Nacional Tierra del Fuego (PNTF) se creó hace más de 60 años con el objetivo principal de conservar los bosques andino-patagónicos más australes del país. Se buscó conservar turberas, bosques, ambientes costero-marinos, ríos y lagos, toda la fauna y flora asociada, el patrimonio arqueológico e histórico, y también promover el desarrollo turístico y recreativo (FIGURA 1).
¿POR QUÉ NO PUEDO CAMINAR POR DONDE YO QUIERO?
La presencia de personas en áreas no habilitadas, como ocurre en varios sectores de la costa, puede aumentar el riesgo de incendios y accidentes, afectar sitios arqueológicos e impactar negativamente en el ambiente.
Un ejemplo es cómo nuestra presencia afecta al huillín (Lontra provocax), nutria nativa y en peligro de extinción, que vive en la zona costero-marina, donde la abundante vegetación, huecos entre rocas y bosques de macroalgas ofrecen protección contra el viento y oleaje. Como resultado del monitoreo a largo plazo de esta población, realizado entre el personal del PNTF e investigadores de la Universidad Nacional Tierra del Fuego (UNTDF), se comprobó que la mayor actividad de la especie ocurre en la Reserva Estricta o Zona Intangible (restringida al turismo) y que suele ser más activa al amanecer y atardecer. Sin embargo, las zonas costeras con turismo son menos visitadas por la especie y la actividad se restringe a horarios nocturnos, acotados a momentos en que no hay visitantes, lo que confirma cuán sensible es esta especie a la presencia humana (ver “Carnívoros en el Parque Nacional Tierra del Fuego” en este mismo volumen).
No solo la fauna se ve afectada cuando caminamos por sitios no habilitados. Las turberas también sufren el impacto de nuestro paso. Las principales turberas del PNTF están dominadas por el musgo Sphagnum magellanicum, clave en la regulación del agua y almacenamiento de carbono. Estas formaciones esponjosas pueden parecer firmes a simple vista, pero en realidad son suelos vegetales saturados de agua que tardan miles de años en formarse. Cada pisada fuera del sendero las compacta y destruye, afectando su capacidad de retener agua y poniendo en riesgo la biodiversidad que depende de ellas.
Respetar los senderos habilitados es una acción concreta para proteger los ecosistemas del parque. Toda caminata que decidas hacer por fuera de ellos (por ejemplo, a bahía Cucharita) perjudica a los animales y sus ambientes.
FIGURA 1. Mapa de las diferentes zonas y servicios del PNTF. Elaboración propia con base en la cartografía disponible en el Sistema de Información de Biodiversidad (SIB-APN).
¿POR QUÉ NO PUEDO ENTRAR AL PARQUE CON MI MASCOTA? LA LLEVO CON CORREA Y SE PORTA BIEN…
Nuestras mascotas pueden correr, ahuyentar y hasta cazar a la fauna silvestre. Sin embargo, su impacto dentro del parque no es solo por el riesgo de caza, sino por los cambios en el comportamiento que generan en la fauna autóctona y las enfermedades que pueden transmitirle.
Los animales, a diferencia de las personas, usan todos sus sentidos para obtener información del ambiente en el que viven. Para la fauna no solo importa lo que ven, sino también lo que escuchan y huelen. Los olores dan información respecto a los territorios, el sexo de otro individuo de la misma especie o la presencia de un depredador. Nuestros perros y gatos son carnívoros, y el olor de su cuerpo, pis, caca y otras señales químicas son detectados a distancias y tiempos que se extienden mucho más que el lugar y momento de la visita. Además, tienen parásitos que pueden contagiarse a la fauna silvestre, la cual no cuenta con un plan de vacunación anual.
¿DÓNDE PUEDO DEJAR LA BASURA? ¡NO HAY NI UN TACHO!
La existencia de recipientes para residuos atrae a la fauna silvestre (FIGURA 2). Hasta hace pocos años, las áreas de acampe y otros sectores del parque tenían instalados cestos de basura y era muy frecuente observar animales alrededor, principalmente aves (caranchos, chimangos o gaviotas) y zorros colorados. Aunque tenían tapas, los animales se acercaban tratando de acceder a los alimentos, y cuando lo lograban, desparramaban la basura. El zorro colorado fueguino es uno de los mamíferos más grandes que podemos ver en el parque. Históricamente fue perseguido por su piel, que junto con la disminución de áreas boscosas en la actualidad, provocaron que la cantidad de zorros haya ido declinando. Los zorros son exploradores incansables, recorren grandes distancias y prueban todo lo que está a su paso. La basura y comida de las personas representan un fuerte atractivo para ellos, y también un peligro. No solamente porque lo que consuman puede hacerles daño, sino porque estos sitios de acumulación de desechos incrementan los encuentros entre animales, aumentando el riesgo de transmisión de parásitos y enfermedades, dentro de la especie y entre especies.
FIGURA 2. Zorro colorado accediendo a recipiente de basura. Foto: Emilce Gallo.
Los recipientes de residuos también atraen a numerosas chaquetas amarillas (Vespula sp.), avispa exótica invasora. Su presencia (además de ser molesta) genera un riesgo para las personas debido a las mordeduras y picaduras que pueden causar.
Los tachos de residuos se retiraron paulatinamente entre 2016 y 2019 para reducir la exposición de la fauna a residuos que podrían afectar su salud. Estudios realizados han registrado la presencia de zorros colorados en horarios fuera del uso turístico, sugiriendo que siguen explorando zonas de uso público en busca de alimento, y nos recuerda la importancia de no dejar basura accesible y regresar a nuestras casas con los residuos que generemos.
Por la misma razón no debemos ofrecer comida a la fauna silvestre. Si lo hacemos, la misma se acostumbra a comer alimentos que no le hacen bien y pierde la capacidad de conseguir el propio. Interactuar con la fauna aumenta el riesgo de contagio de enfermedades, hacia ellos y hacia nosotros. Se han registrado casos de visitantes mordidos por zorros, al alimentarlos. Tener la posibilidad de contemplar la vida silvestre es un privilegio. La fauna se las arregla muy bien consiguiendo su alimento, protegiéndose del frío y defendiendo territorios. De nosotros necesitan, sobre todo, que los dejemos vivir en paz.
¿POR QUÉ NO PUEDO USAR DRONES O CAMINAR POR EL BOSQUE ESCU- CHANDO MÚSICA FUERTE? ¿POR QUÉ NO PUEDO LLAMAR AVES USANDO GRABACIONES DE SUS CANTOS?
Para la fauna silvestre el sonido es información, y por eso los ruidos extraños alteran su comportamiento. La música, gritos y ruidos extraños como los generados por los drones, pueden espantarlas de sus territorios, atraerlas o distraerlas. Los drones no están autorizados con fines recreativos en las áreas protegidas, así como tampoco la técnica de playback en la observación de aves (reproducción del canto de un ave que tiene el efecto de simular un intruso, para forzar que el ave se acerque y se deje ver).
Las aves suelen ser más vulnerables a los drones porque existe el riesgo adicional de colisión. Las rapaces muchas veces se acercan al sentir que los drones invaden su territorio. En esta región, todas las especies de búhos y lechuzas que han sido observadas u oídas están en alguna categoría de amenaza o son poco frecuentes. Entre ellas, la lechuza bataraz (Strix rufipes), especie en disminución a nivel global. En Argentina se conoce poco sobre su ciclo reproductivo y sus relaciones tróficas y en los últimos años comenzaron a estudiarse sus poblaciones en el PNTF (FIGURA 3). Estos estudios han permitido identificar territorios de la lechuza bataraz en diversas áreas del bosque dando la certeza que, aunque no siempre visibles, en el parque están presentes.
FIGURA 3. Lechuza bataraz en el PNTF. Foto: Mariano Rodríguez.
Para estas aves nocturnas, el sonido es importante: dependen de la acústica para moverse, marcar territorio, detectar presas, escapar de depredadores e incluso para alimentarse. El ruido excesivo afecta su comportamiento y supervivencia. Por eso, seguir las indicaciones del parque no es solo una norma, sino una forma de cuidarlas.
Estas y otras tantas instrucciones, están basadas en investigaciones y observaciones que nos permiten conocer cada vez más los distintos componentes del área protegida, su estado de conservación y amenazas, y nos ayudan a guiar nuestro comportamiento dentro del parque, para poder proteger huillines, zorros, lechuzas y más. Las normas del parque no están para molestar: son la mejor forma que tenemos de cuidar la naturaleza y garantizar que este lugar increíble siga existiendo para las futuras generaciones.
LECTURA SUGERIDA
Rossi MF, Iseas M, Pereyra H, Pancotto, V. (2021) Turberas fueguinas: Esponjas de agua y carbono atmosférico. La Lupa. Colección Fueguina de Divulgación científica. 21: 285-33
Es una especie de nutria nativa que vive en ambientes acuáticos de la región patagónica, como el PNTF. Es un mamífero carnívoro de hábitos semi acuáticos que se alimenta de peces y crustáceos. Su cuerpo está adaptado para moverse en el agua, así como también desplazarse en la tierra. Puede pesar hasta 10 kg y posee una larga cola que le permite la propulsión para nadar.
una herramienta para estudiar los bosques de lenga
En mi doctorado, estudio cómo los bosques de Nothofagus pumilio (lenga) responden a los desafíos del cambio climático. La resiliencia, que es la capacidad de un ecosistema para mantener sus funciones y cualidades frente a condiciones adversas, es crucial para entender cómo estos bosques sobreviven y se adaptan. En Tierra del Fuego (Argentina), el aumento de las temperaturas y los cambios en las precipitaciones los afectan, poniendo en riesgo su persistencia y productividad. La lenga es un árbol que demarca anillos de crecimiento en su leño, formándose uno cada año durante la época de crecimiento (primavera-verano), cuando las condiciones climáticas son favorables. Esto permite, a quienes los estudiamos, reconstruir cómo crecieron en diámetro y altura a lo largo de los siglos, ya que pueden vivir hasta 300 años. Este estudio de los anillos, llamado dendrocronología, nos posibilita asociar el crecimiento de los árboles con condiciones climáticas pasadas.
Para realizar nuestro estudio, visitamos tres sitios en bosques productivos de lenga en la provincia (Estancia Pirinaica, y zonas aledañas al lago Chepelmuth y al río Lainez). Aprovechamos los árboles cortados o caídos por el viento (FIGURA 1) y recolectamos muestras de 45 árboles, entre los más altos del bosque, que alcanzan entre 22 y 27 metros de altura. Partiendo de la copa hacia abajo (hasta los 5 metros), medimos, rotulamos y cortamos la rama dominante y más alta del árbol, para llevarla al laboratorio (FIGURA 2).
ada muestra es cuidadosamente etiquetada y organizada, ya que no hacerlo significa que podemos confundir y mezclar ramas. Una vez en el laboratorio, montamos las ramas para replicar la posición en la que crecían en el árbol (FIGURA 3). Cada tres centímetros se rotulan y trozan (FIGURA 4), y luego, bajo la lupa, se cuentan los anillos de crecimiento (FIGURA 5). ¡Algunas veces los anillos son tan diminutos que me toma varios minutos encontrarlos! (FIGURA 6). Una vez contados los anillos de todos los trozos, con computadora y planillas de cálculo se procesan los datos para obtener las curvas de crecimiento de cada uno de los árboles. Esto permite ver cuánto creció cada año y cómo se relaciona con el clima (temperatura y precipitaciones) y su variación, en este caso para los años entre 1970 y 2022.
FIGURA 1. Árboles muy viejos de lenga volteados con fines productivos. Foto: Juan Manuel Cellini.
FIGURA 2. De los árboles volteados, se miden las ramas de las copas.
FIGURA 3. Rama presentada en mesada, copiando la forma en que crecían en sus copas.FIGURA 4. Trozado de la rama; mediante los cortes se descubren los anillos de crecimiento.
FIGURA 5. Visualización de los anillos de crecimiento para su conteo, visto a través de lupa.
FIGURA 6. Anillos de crecimiento a escala, para denotar su pequeño tamaño, vistos a través de lupa. ¡Los de abajo son casi imperceptibles!
El cambio climático nos plantea desafíos constantes y entender cómo afecta a nuestros bosques nos da pistas sobre sus impactos y cómo podríamos adaptarnos. Al conocer estas dinámicas, podemos planificar medidas de conservación y manejo forestal que ayuden a preservar estos ecosistemas únicos.
DIARIO DE LABORATORIO Anillos de crecimiento: una herramienta para estudiar los bosques de lenga. Autor: Julian Rodríguez Souilla. La Lupa Nº 25, diciembre 2024, 32-33, 2796-7360.
Desde el descubrimiento del continente antártico, la región sur de América, en particular Ushuaia, ha ganado relevancia en los viajes de exploración hacia la Antártida. En diciembre de 1897, Adrien de Gerlache, al liderar la primera expedición científica al continente blanco, utilizó el puerto de Ushuaia como punto de partida, consolidando a esta ciudad como la puerta de entrada a la Antártida. A lo largo de la historia, Argentina ha desempeñado un papel fundamental en la exploración y presencia constante en la región, con figuras claves como José María Sobral, Gustavo Giro Tapper, Hernán Pujato, quienes han dejado una huella imborrable en la historia antártica.
PORTADA. La Base Brown es una de las bases de investigación científica argentinas ubicada en la Península Antártica.
En la actualidad, el rol de la Argentina en la protección y difusión de los valores asociados al continente blanco ha evolucionado, particularmente a través de la formación de divulgadores de la historia antártica argentina. Los guías de expedición, a bordo de cruceros turísticos, se han convertido en actores clave para transmitir esta rica herencia.
Esta labor, antes reservada para científicos y divulgadores internacionales, ahora se abre a guías locales, quienes juegan un papel crucial en la revalorización de la historia antártica argentina. Los graduados en turismo de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTDF) reciben una formación integral profundizando en la temática antártica mediante investigación, participación en congresos y charlas, entre otras actividades académicas. Esto los vuelve destacados guías de expedición que divulgan la relevancia de la presencia argentina en la Antártida e islas del Atlántico Sur (FIGURA 1). Poco se conoce sobre las hazañas de los loberos del Río de la Plata y figuras como José María Sobral, primer científico argentino en invernar en Antártida (1901-1903), o Julián Irízar, quien al mando de la corbeta ARA Uruguay rescató en 1903 a la expedición de Nordenskjöld. Desde 1904, Argentina ha mantenido una presencia ininterrumpida en las Islas Orcadas del Sur, fundando el Instituto Antártico Argentino en 1951 y ofreciendo rescates y apoyo logístico a expediciones de todo el mundo. A menudo, la historia local queda opacada porque se destacan principalmente los relatos de exploradores de otras nacionalidades, como Shackleton (irlandés), Scott (inglés) y Amundsen (noruego), entre otros.
FIGURA 1. Caminata sobre hielo marino.
Aprovechando el turismo antártico, los guías ejercen una forma sutil de soberanía al divulgar la presencia y el aporte de Argentina en la región, reforzando su liderazgo y compromiso en la protección del continente. Con el crecimiento del turismo antártico en la última década, la demanda de guías locales capacitados aumentará, y Ushuaia tiene el potencial de ser un referente en la formación de profesionales especializados. Uno de los primeros pasos ya se dio con la creación de la Maestría en Estudios Antárticos de la UNTDF.
BREVES Voces desde el fin del mundo: divulgando la historia antártica argentina. Autores: Florencia Torti y Marcos Sperr. La Lupa Nº 25, diciembre 2024, 30-31, 2796-7360.