La energética del pingüino magallánico en el Canal Beagle
La energética del pingüino magallánico en el Canal Beagle
En la isla Martillo, a unos 15 minutos en barco de estancia Harberton, se encuentra una de las colonias más australes de pingüino magallánico (Spheniscus magellanicus) (PORTADA). Su tamaño poblacional varía año a año, alcanzando los 7210 adultos reproductores en la colonia en el último censo (2022).
El grupo de investigación de aves marinas del CADIC lleva más de dos décadas monitoreando la población de pingüinos en isla Martillo. Y, aunque el estudio de la energética de los pingüinos es clave para entender el ciclo de la energía en el canal Beagle, el trabajo que presentamos se pudo llevar a cabo gracias a los avances tecnológicos en dispositivos de seguimiento de los últimos años.
En diciembre del 2023, durante el período de cuidado temprano de los pichones, se colocaron dispositivos de seguimiento a 21 pingüinos adultos. Éstos se fijaron en la parte inferior de su espalda, dejándolos por cuatro días, momento en que se volvió a la isla para recuperarlos.
¿Sabías que… Estos dispositivos de última generación tienen instalados, además de un GPS, sensores de aceleración tridimensional, profundidad y temperatura, y pueden tomar 25 datos por segundo?
La información obtenida se filtró para conservar solo aquellos datos relacionados con los viajes de alimentación, desde que el pingüino deja la isla hasta su retorno. Gracias a estudios anteriores, sabemos que el movimiento de un animal está directamente ligado al consumo de oxígeno y este último, con el gasto energético necesario para llevar a cabo tal movimiento. De este modo, se pudo conocer el consumo de energía de los viajes de alimentación en los pingüinos magallánicos de isla Martillo (FIGURA 1). Su gasto energético por hora es sorprendentemente estable, alrededor de las 4000 calorías por hora, y no disminuye a medida que avanza el tiempo. Gracias a estos datos, se creó un modelo para predecir el gasto energético de viajes de alimentación de años anteriores, de los cuales tan solo se tenía información de las posiciones geográficas.
¿Sabías que…Para predecir el gasto energético de un viaje completo, el modelo incluye parámetros como el consumo energético medio del pingüino en superficie y durante el buceo, la duración media de un buceo y una tasa de número de buceos por kilómetro?
Analizando datos de cinco temporadas de reproducción de la última década, se detectó un área de máximo consumo energético encima de isla Nueva, a 60 km al este de la colonia, que los pingüinos utilizaron recurrentemente durante estos años. De todos modos, se confirmó que su área favorita para alimentarse está situada al noreste de isla Picton, más cercana a la colonia (30 km hacia el este).
Para poner en contexto todo el estudio, se utilizaron los datos de consumo energético para hacer una estimación del consumo de presa de la colonia de Martillo. Así, se estima que la colonia consume una tonelada y media de presas (entre sardina, langostilla y calamar) por cada viaje que realizan (y realizan un viaje aprox. cada 2-3 días). ¡Y eso sin tener en cuenta la comida extra que deben traer para los pichones!
Para concluir, los resultados de este trabajo son de especial importancia por dos motivos. Primero, porque es la primera vez que se puede estudiar el consumo energético del pingüino de Magallanes en el canal Beagle; y segundo, porque el análisis de datos de distintos años permite afianzar el conocimiento que se tenía del uso que hacen los pingüinos del canal.
Figura 1. Mapa con los viajes de alimentación realizados por los pingüinos equipados con GPS en 2022 (amarillo) y 2023 (rojo). El triángulo blanco señaliza la colonia: Isla Martillo; el verde, isla Picton; y el celeste, isla Nueva.
BREVES La energética del pingüino Magallánico en el canal Beagle. Autor: Daniel Rey Faura. La Lupa No 24, julio 2024, 14-15, 2796-7360.
Las plantas que crecen en ambientes montañosos suelen ser únicas, ya que están adaptadas a condiciones extremas que limitan su distribución espacial. Un cambio sostenido del clima en estos ambientes puede generar desplazamientos del área de distribución de las plantas y poner en peligro la supervivencia de alguna de ellas. La Iniciativa para la Investigación y el Seguimiento Global de los Ambientes Alpinos (GLORIA) es un programa científico internacional que cuenta con colaboradores de todo el mundo, con el objetivo de monitorear la vegetación de altura a largo plazo para analizar los cambios florísticos, estructurales y ecológicos que produce el cambio climático. Nuestro país forma parte de la red GLORIA-ANDES, que nuclea a los países andinos sudamericanos.
En febrero del 2024 tuve la oportunidad de participar en una campaña de remedición de un sitio GLORIA, en la provincia de Santa Cruz. Este sitio se instaló en 2014, se remidió en 2019 y, cinco años después, tocaba volver. El equipo encargado de la remedición lo conformamos especialistas y colaboradores de CONICET, INTA y universidades nacionales. Iniciamos el camino hacia la estancia Santa Teresita, ubicada en la margen sur del lago Viedma, donde se encuentran las tres cumbres que forman este sitio GLORIA (FIGURA 1). Ahí llegamos a un puesto donde descansaríamos y pasaríamos las siguientes noches.
El trabajo durante la campaña se basó en el manual de campo de la red GLORIA. Algunos nos encargamos de encontrar y marcar las parcelas y las áreas de muestreo, tomar fotos (FIGURA 2) y acondicionar los dispositivos que registran la temperatura del suelo durante todo el año. Mientras tanto, otros medían las parcelas, identificando las distintas especies de plantas presentes, estimando su cobertura y herborizando los ejemplares no identificados (es decir, recolectarlos para su posterior identificación) (FIGURA 3). Las plantas en estos sitios suelen ser de bajo porte: algunas en cojín (FIGURA 4A), otras forman estructuras menos compactas. Entre las especies, vimos Adesmia villosa (FIGURA 4B) y Silene antarctica (FIGURA 4C).
El primer día comenzamos por la cumbre más alta y lejana. Recorrimos parte del trayecto en vehículo y luego caminamos hasta la cima, donde iniciamos el protocolo de medición de sus cuatro caras (norte, sur, este y oeste) (FIGURA 5).
El segundo día fuimos al pico que se encontraba más cerca desde el puesto y demoramos poco tiempo en llegar. Sin embargo, en menos de dos horas, las ráfagas de viento frío comenzaron a ser fuertes y constantes, y no encontrábamos resguardo en ninguna cara de la cima. Anotar en las planillas se volvía una tarea compleja al tratar de que no se rompan o se vuelen las hojas, y el frío se volvía casi insoportable, por lo que decidimos bajar. Para aprovechar el día hicimos una recorrida cerca del puesto y recolectamos algunas plantas para herborizar.
Entre el tercer y cuarto día el clima mejoró y logramos terminar las dos cimas restantes sin inconvenientes, dando por finalizada la segunda remedición de manera exitosa, con nuevos datos para analizar los cambios ocurridos en estos años.
FIGURA 1. Ubicación del Sitio GLORIA en la provincia de Santa Cruz, Argentina.FIGURA 2. Toma de fotos. El cartel ubica un lugar y un momento (cumbre, exposición, parcela, fecha). Esto nos permite comparar con fotos tomadas en el mismo punto ante- riormente. Foto: Nirvana Nahir Churquina.FIGURA 3. Medición de parcelas de vegetación. Foto: Juan Manuel Cellini.FIGURA 4A. Vegetación afín a estos ambientes. A. Plantas en cojín.figura 4. B. Adesmia villosa. Foto: Juan Manuel Cellini. C. Silene antartica. Foto: Juan Manuel Cellini.FIGURA 5. Preparación de las planillas y parcelas. Foto: Juan Manuel Cellini.
DIARIO DE CAMPO Descubriendo el valor de la vegetación de montaña: campaña de remedición a un sitio GLORIA. Autora: Lucía Bottan. La Lupa No 24, julio 2024, 34-35, 2796-7360.
56° Aniversario del Centro Austral de Investigaciones Científicas
🎉 9 de abril – Aniversario del CADIC Hoy celebramos 56 años de compromiso con la ciencia en el extremo sur del continente.
📅 Desde su creación en 1969, el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET) ha sido un referente nacional e internacional en el estudio de los ecosistemas australes, el cambio climático, la geología, la historia humana en el sur del continente y el vínculo entre ciencia y sociedad.
📈 Durante más de medio siglo, el CADIC ha contribuido al desarrollo científico y tecnológico de Tierra del Fuego, la Patagonia y la Antártida, formando profesionales, acompañando políticas públicas y fortaleciendo los lazos con la comunidad fueguina.
🔬📚 Gracias a cada una de las personas que pasaron y pasan por este lugar: investigadoras e investigadores, personal técnico, becarias y becarios, personal de apoyo, administrativos y trabajadores esenciales para que el conocimiento florezca desde el fin del mundo.
🔵El 10 de abril en Argentina se conmemora el Día del Investigador Científico en honor al nacimiento del fundador del CONICET, Bernardo Houssay. Farmacéutico, médico y fisiólogo, fue una de las personalidades más destacadas de la Fisiología y la Medicina en la historia de la ciencia. Fue doctor Honoris Causa y Profesor de las universidades más importantes del mundo. En 1947 se convirtió en el primer científico latinoamericano en ganar un Premio Nobel por sus descubrimientos sobre los mecanismos de la diabetes.
🔎Para saber más sobre su vida y su obra, ingresá a https://notablesdelaciencia.conicet.gov.ar/bernardo-alberto-houssay/
👉Te contamos sobre algunas investigaciones de alto impacto que realizan investigadores del Consejo para brindar soluciones en áreas clave como salud, alimentos, energía, educación, agro, entre muchas otras. Te invitamos a leer la nota completa publicada en la web del Centro.
🌍🐧 La becaria postdoctoral Samanta Dodino, como parte de su trabajo de investigación en el CADIC, CONICET, lleva adelante una colaboración internacional con la Universidad de Oxford Brookes @seabird_watch , impulsando proyectos de investigación y conservación del pingüino de penacho amarillo (Eudyptes chrysocome), una especie En Peligro en Argentina y Vulnerable a nivel global, según la Lista Roja de la UICN.
📅 En el marco del #DíaMundialDelPingüino, te invitamos a sumarte a esta iniciativa a través de la plataforma de ciencia ciudadana www.penguinwatch.org, desarrollada por el equipo de Oxford.
📸 Allí podés colaborar en el proyecto Rockhopper Fiesta, ayudando a clasificar imágenes de pingüinos penacho amarillo del Atlántico Sur y contribuir al monitoreo de sus colonias.
🤝 Esta propuesta cuenta además con el apoyo del Grupo de Investigación de Aves Marinas de la UNPA @cipd.unpa , Antarctic Research Trust y Wildlife Conservation Society @wcsargentina
🙌 ¡Tu participación es fundamental para conocer más sobre esta especie y contribuir a su conservación!
Las planicies del norte de la isla de Tierra del Fuego son el territorio ancestral del pueblo selk’nam. Aunque todavía se escucha que este pueblo “está extinto”, en Argentina actualmente hay cerca de 700 personas que se identifican como selk’nam. Algunos de ellos aún hoy siguen produciendo un artefacto que continúa las tradiciones del pasado: un tipo de cesta de uso doméstico, tejido con junco endémico de la región. Este artículo, basado en dos semanas de trabajo de campo etnográfico, explora los elementos tangibles y no tangibles que componen el tejido de estas cestas, llamadas taykas (FIGURA 1). Los nombres usados son pseudónimos y el material visual es de la autora.
FIGURA 1. Cesta selk’nam ornamental hecha por “Naa Xocenkén”.
EL MATERIAL
Marsippospermum grandiflorum(FIGURA 2), conocido como taiu, es un tipo de junco endémico de las áreas biogeográficas “altoandina” y “bosques subantárticos” del sur de Chile y Argentina, que crece en ambientes fríos y húmedos. En el contexto del taller de Río Grande, fuimos a recolectar el taiu. Para desprender sus hojas sin arrancar los rizomas, hay que tener buena técnica y manos firmes. Al final, cuando los manojos del taiu recolectado ya fueron atados, las manos quedan suaves, como enceradas. El paso siguiente es pasar las hojas por el fuego para otorgarles resistencia y luego, almacenarlas hasta que llegue el tiempo de tejer la cesta.
FIGURA 2. El juncal de taiu en Aguas Blancas, cerca de Tolhuin e ilustración de los juncos (Marsippospermum grandiflorum).
El mundo relacional de la cesta selk’nam comienza con una yuxtaposición del acto de recolección del taiu (posiblemente llevada a cabo en grupo, intercambiando risas e historias) con las historias individuales y con factores ambientales como el clima y el bosque circundante. Probablemente, las cestas nacen también con una historia de almuerzos y mates compartidos, y el transitar por las serpenteantes rutas fueguinas. Entreverada en el tejido de una cesta tal vez queden la experiencia de la recolección del taiu y la sensación de cera en las manos, o sentimientos como la bronca con los castores y el amor por el bosque.
LA TÉCNICA
En el libro de la tejedora selk’nam Margarita Maldonado, la autora se refiere a la cestería como “un arte que nuestras manos rescataron”. Hace más de 35 años, guiados por una persona muy relevante en la comunidad, las manos de los actuales selk’nam se sumergieron en las aguas del tiempo para activamente reaprender la técnica. La repetición invistió a esas manos de conocimiento tradicional y el tejido de cestas las volvió a convertir en herramientas ancestrales.
Para comenzar el tejido de una cesta hay que enrollar una brizna de taiu alrededor de un dedo. Luego de enrollar, tejer, enrollar, y así sucesivamente. Eventualmente se obtendrá un espiral como el de la FIGURA 3. Los espirales se han relacionado con conceptos como “crecimiento orgánico”, “equilibrio”, y “algo producido por algún ser vivo”. El círculo como forma significativa también es representativo de comunalidad, aspectos femeninos y evocativo de concejos de ancianos. La técnica de tejido es intermediaria entre la persona que teje, el material y el artefacto. Mucha gente expresa lo personal que resulta el estilo de las cestas terminadas –si quien teje tiene experiencia, tejerá cestas prolijas y simétricas, si no la tiene, serán menos simétricas. La mayoría de las personas que han tejido cestas concuerdan en que su estado de ánimo influye en la apariencia de la cesta.
FIGURA 3. Ilustración del primer espiral tejido para la producción en clase de una cesta.
Así como la recolección del taiu tiende a ser una actividad grupal, para tejer una cesta se requiere una sola persona. Algunos tejen a la vez que realizan otras actividades: viendo televisión o compartiendo mates. Sin embargo, la gran mayoría teje en contextos sociales que a menudo también involucran la transmisión de la técnica. El principal es el taller de Río Grande, que opera desde hace treinta años, pero también en clases de historia o arte en escuelas, o en establecimientos terapéuticos.
Cesta selk’nam original en el Centro Cultural Yaganes de Río Grande, tejida en el año 2007.
EL SÍMBOLO
El uso tradicional de las cestas era en la recolección y su tejido, más bien abierto, permitía que los El uso tradicional de las cestas era en la recolección y su tejido, más bien abierto, permitía que los moluscos se escurrieran y que los hongos respiraran. Hoy, algunos miembros de la comunidad selk’nam están incursionando en formas de recuperar estas prácticas. En esencia, la cesta es un vehículo contenedor, un recipiente (FIGURA 4). La acción de tejerla, con sus repeticiones y contexto, puede considerarse un ritual, y en ese proceso las taykas van adquiriendo simultaneidad simbólica con diversas cosas:
terapia,
arte,
pasatiempo,
conexión con la naturaleza y la Tierra,
herencia cultural,
puente a los ancestros.
FIGURA 4. Ilustración de una cesta a medio tejer.
Como se dijo al hablar de la técnica, los sentimientos que la gente alberga cuando teje las cestas se transmiten a los objetos. De algún modo, la tayka se convierte en lo que la tejió, así como en un medio para que quien teje pueda definir experiencias.
Según lo mencionado por un arqueólogo de Ushuaia, la cesta selk’nam tiene ciertas propiedades totémicas, siendo un artefacto próximo al mundo natural de características emblemáticas e identificatorias. Así, para quienes no pertenecen a la comunidad selk’nam, las taykas son principalmente terapéuticas. Algunas personas, desde una postura un poco más reflexiva, las viven también como cristalizaciones de orgullo y solidaridad con el sufrimiento del pueblo selk’nam. Sin embargo, cuando los miembros del pueblo selk’nam pensaban en las cestas, solían mencionar que veían una expresión del reclamo de su identidad ancestral, un vehículo y recipiente a la vez, con relevancia social, de empoderamiento y comunicación cultural.
LA TAYKA
Es fácil encontrar cestas en los museos de Tierra del Fuego, tanto en su variante yagán como selk’nam (FIGURA 5). Algunas pocas han logrado preservarse de tiempos anteriores, cuando ambos pueblos vivían libres en la isla. Otras son de producción más reciente.
Naa Xocenkén, mujer selk’nam, reflexionaba que, aunque actualmente “tenemos un reconocimiento, […] en verdad no lo tenemos”, porque museos e instituciones han dicho que los objetos producidos por la comunidad son “réplicas”, no “originales”. Las comunidades originarias fueguinas están intentando desterrar el uso de la palabra “descendiente”, que conlleva el subtexto de que los ancestros eran los “puros” y que la “mezcla de sangres” extinguió a las culturas. La dicotomía réplica/original es una extensión analógica de ese discurso (TABLA 1).
Las asociaciones podrían continuarse de la siguiente manera:
Pueblos vivos
Extintos
Selk’nam “puro”
Descendiente “mestizo”
Cesta selk’nam legítima
Réplica
“original”
“No original”
TABLA 1. Comparación terminológica empleada para referirse a las comunidades originarias fueguinas del pasado o del presente.
Una réplica es una copia exacta de un artefacto existente. Si recordamos lo analizado anteriormente, sabremos que replicar una de estas cestas es imposible. Por otra parte, nadie mostró interés o intención alguna de replicar una cesta, al contrario, la autenticidad de las cestas es fuente de orgullo para quienes tejen. “¿Réplica? ¿Qué réplica!? Esto es de mis manos, y yo soy selk’nam.”, palabras de la tejedora selk’nam Naa Elesken.
Así como lo es hoy, la producción de cestería selk’nam y la trasmisión de la técnica eran tradicionalmente tareas femeninas. “Se tiene que seguir tejiendo, no se tiene que perder, lo que mantiene viva la cultura es mamá, mi tía, que llevan a las escuelas y se preocupan por comunicar y enseñar”, comentario realizado por Alejandro, el hijo de Naa Xocenkén. También recalcó que es importante trabajar para que la gente entienda que los cambios experimentados por el pueblo selk’nam desde sus tiempos de cazadores-recolectores no invalidan su presencia actual. En consonancia con esto, para muchos de los entrevistados, la reflexión sobre la influencia social que tienen las taykas provoca comentarios respecto a la presencia actual del pueblo selk’nam y el conflicto que representa el reconocimiento cultural.
FIGURA 5. Ilustración de una cesta terminada, la tayka.
Según Héctor, otro miembro de la comunidad selk’nam, es más significativo pensar en las cestas como puentes desde y hacia las prácticas ancestrales que como manifestación de identidad –quien teje una tayka estará continuando con la tradición y la técnica, que son selk’nam, más allá de quién teja y dónde. De esta manera, quien teje se transforma en un canal por medio del cual el tejido perdura en el tiempo. Pero más allá de eso, para las manos selk’nam, tejer una cesta es como tejer un puente sobre un bache entre el pasado y el presente, por el que se invita a los ancestros a que se hagan presentes nuevamente.
Concluyendo, los elementos que componen las taykas incluyen al taiu, la planta endémica constituyente, la técnica ancestral recobrada y los estados de ánimo, experiencias, y necesidades de quienes tejen, así como al espíritu de un pueblo que se hace presente en la sociedad como comunidad que está siendo y tejiendo cestas.
Lecturas sugeridas:
Maldonado, Margarita.2021. Entre dos Mundos: Presente y pasado de los habitantes Selk’nam–Haus de Tierra del Fuego. (3ra ed.). Argentina: Latingráfica.
Gusinde, Martin.1989[1937]. Los Indios de Tierra del Fuego. Tomo Primero: Los Selk’nam. Buenos Aires: Centro Argentino de Etnología Americana.
GLOSARIO
TAIU: el junco Marsippospermum grandiflorum. TAYKA: cesta selk’nam.
ARTÍCULO PRINCIPAL. El arte que nuestras manos rescataron. Autora: Guadalupe Canale. La Lupa No 24, julio 2024, 2-7, 2796-7360.
GUADALUPE CANALE. UBA-UNIVERSIDAD DE ESTOCOLMO gcanrei@gmail.com
El número de aves que migran cada año es enorme, pero no todas tienen el mismo impacto en las culturas humanas que visitan. En ese sentido, la familia de los anátidos (categoría que agrupa patos, gansos, cisnes, ocas y otras aves acuáticas) tiene un lugar privilegiado. Su carácter social y su gran tamaño suelen poner a estas aves y sus rutas migratorias en el centro de jugosos relatos folclóricos y simbolismos.
En “El maravilloso viaje del pequeño Nils”, posiblemente la novela juvenil más importante de la literatura escandinava, un adoles- cente transformado contra su voluntad en un duende diminuto se ve obligado por accidente a recorrer toda Suecia montado sobre una bandada de patos silvestres. En el folclore chino la imagen de los gansos migratorios también es recurrente: se los asocia con el cambio de las estaciones, el paso del tiempo y las largas travesías que pueden separar a las personas y volver a unirlas a su regreso. Los vuelos de patos eran importantes en la antigua Roma como presagios del futuro (si la bandada volaba por la derecha del observador el pronóstico era bueno; si volaba por la izquierda, malo) en Norteamérica los patos y cisnes son personajes frecuentes en la cultura popular (el ejemplo más reciente es la película “¡Patos!”). Todas estas historias, sin embargo, refieren al hemisferio norte.
¿Acaso no existen en Sudamérica grandes anátidos migratorios?
¿Las aves vuelan “hacia el sur”en invierno?
Esta frase simplificada solo aplica a animales del hemisferio norte: sería más acertado decir que muchas aves de latitudes extremas (sur o norte)vuelan hacia el ecuador en invierno.
CAU… ¿QUÉ?
Según la Administración de Parques Nacionales, al menos 36 especies de anátidos habitan en Argentina y más de la mitad realiza migraciones estacionales. Entre ellas encontramos al pato barcino, al pato maicero, al cisne coscoroba y los protagonistas de esta historia: los cauquenes colorados, comunes y reales (tres especies muy emparentadas agrupadas bajo el género Chloephaga).
Los caquenes tienen ciclos de vida similares y pueden distinguirse fácilmente por sus pluma- jes (FIGURA 1). Son aves elegantes y llamativas que pasan los veranos en la Isla Grande de Tierra del Fuego y en el extremo sur de Santa Cruz. Allí construyen nidos que tapizan con plumones de su propio cuerpo y se reproducen en parejas que mantienen por toda su vida (¡qué románticos!). A mediados del otoño se agrupan en grandes bandadas y emprenden una extraordinaria travesía de casi dos mil kilómetros a lo largo de toda la Patagonia, hasta sus sitios de invernada en los fértiles campos de Buenos Aires y La Pampa (FIGURA 2).
Si bien una migración de tal magnitud podríaequipararse fácilmente a las tan populares del hemisferio norte, eso no es lo que pasa. Las migraciones de los cauquenes son desconocidas para mucha gente. Incluso se omitió repetidamente su consideración al definir las áreas pro- tegidas nacionales, ya que no incluyen los sitios de descanso y de invernada que las tres especies requieren para su travesía anual. Estas omisiones son especialmente preocupantes si consideramos que, como vamos a comentar, hace casi cien años que las poblaciones de estos animales, antes abundantes, disminuyen continuamente.
¿QUÉ FUE DE ELLOS?
La decadencia de las grandes bandadas de cauquenes empezó en la década de 1930. En ese entonces, el número de individuos de las tres especies era unas diez veces mayor que hoy, e incluso llegaron a ser consideradas las aves acuáticas más abundantes de la Patagonia. Por este mismo motivo, su efecto en el ecosistema era mayor: reportes de la época indican que en el verano los cauquenes competían con las ovejas patagónicas y fueguinas por las pasturas, y que durante su invernada en Buenos Aires y La Pampa se alimentaban en los cultivares de trigo, afectando su rendimiento. Con estos fundamentos, en 1931 las tres especies fueron declaradas “plagas de la agricultura” por el gobierno de facto del Tte. Gral. Uriburu, quien a través de un decreto (FIGURA 3) llamó a la Dirección General de Agricultura a adoptar “las medidas que juzgue necesarias para la destrucción de ese animal”.
A partir de entonces, la acción contra los cauquenes fue feroz y eficiente. Los adultos fueron cazados de forma indiscriminada y, tanto en Tierra del Fuego como en el resto de la Patagonia Austral, se destruyeron nidos y huevos de forma masiva (incluso a cambio de recompensas). A esta persecución encarnizada, que se extendió por más de 70 años, se sumó además la introducción en la Isla Grande del zorro gris y el visón americano (dos especies exóticas que por sus hábitos predatorios contribuyeron a disminuir aún más las diezmadas poblaciones, atacando pichones y nidos).
¿Son realmente plagas?
Es esperable que algunos agricultores miren con recelo a los cauquenes, pero no es real que solo ocasionen pérdidas. Por ejemplo, sus excreciones con alto contenido en nitrógeno pueden mejorar la calidad del suelo, aumentando su rendimiento.
FIGURA 1. A) El cauquén común, B) cauquén real, C) cauquén colorado, pueden distinguirse facilmente por sus plumajes. Fotos: A y B: Julián Santiago, C: dominio público.
FIGURA 2. Una bandada de cauquenes comunes cruza los cielos fueguinos rumbo a Buenos Aíres. Foto: Cristoph Moning (CC-BY).
DE PLAGAS A MONUMENTOS
Estas políticas públicas virulentas contra los cauquenes persistieron hasta finales del siglo XX, cuando comenzó a advertirse que las poblaciones de las tres especies habían alcanzado mínimos históricos, y que la de cauquén colorado, en particular, llevaba décadas por debajo de los 800 individuos. En aquel entonces, avances internacionales en materia de preservación ambiental (como la Convención de Bonn de 1979) motivaron una revisión de las decisiones que habían convertido a estas aves emblemáticas en enemigas declaradas del Estado argentino.
Tras 70 años de caza y persecución, en 1998 se tomaron las primeras decisiones positivas para su conservación: Buenos Aires le otorgó al cauquén colorado la figura de Monumento Natural Provincial (medida que Santa Cruz replicó en 2009) y su caza se prohibió por primera vez en territorio argentino. Se esperaba que las poblaciones, libres de la presión humana, volvieran a crecer rápidamente, pero tres décadas después los números siguen siendo críticos. La caza furtiva, la depredación de sus nidos por parte de zorros y visones, y la degradación de los hábitats que visitan en sus migraciones (FIGURA 4), son algunos de los factores que pueden explicar este fracaso.
FIGURA 3. El Decreto del gobierno de facto de acuerdo con el Boletín Oficial. Fuente: ww.boletinoficial.gob.ar
Figura 4: Mallín en la Patagonia, degradado por el sobrepastoreo ovino. Los mallines son pequeñas áreas fértiles y húmedas en la aridez de la estepa patagónica, y los cauquenes los aprovechan para descansar durante sus largos viajes. Foto: Dominio público.Figura 5. Tras ser liberados, los jóvenes pichones se integraron con éxito a una bandada silvestre. Foto: Ezequiel Racker (CC-BY).
NOTAS DE ESPERANZA
Si bien su población todavía no se recupera, creemos que la historia de los cauquenes puede tener un final feliz. En los últimos años, muchos investigadores se dedicaron a estas especies y revelaron detalles enriquecedores sobre sus rutas migratorias, su estilo de vida, sus roles ambientales y los principales riesgos a los que están sometidos. Ahora sabemos, por ejemplo, que ayudan a la dispersión de musgos nativos, y que los parques de energía eólica pueden ser una amenaza si se interponen en sus rutas migratorias (las bandadas vuelan bajo y pueden ser atrapados por las hélices).
Parques nacionales (como el de Tierra del Fuego) y reservas provinciales también han ayudado, convirtiéndose en refugios indispensables para estos animales y proveyendo más oportunidades para investigarlos: un ciclo virtuoso que permite alcanzar mayores niveles de protección y diseñar nuevas estrategias. Entre los hitos más recientes se encuentra la primera liberación, hace solo dos años, de pichones de cauquén común incubados y criados artificialmente en Santa Cruz (FIGURA 5), una estrategia que el Programa Patagonia (iniciativa de conservación a cargo de la organización “Aves Argentinas”) espera poder extender a las otras dos especies. Este tipo de medidas, acompañadas por la comunicación apropiada y la promoción de nuevos estudios científicos, el control adecuado de la caza furtiva y la preservación y restauración de sus ambientes naturales, son algunas de nuestras herramientas para reparar el daño que hemos hecho a los cauquenes, devolviéndoles el sitio que merecen en nuestro ecosistema natural y cultural. Esperamos, con esta nota, haber dado un paso en la mejor dirección.
LECTURAS SUGERIDAS:
EcoRegistros (2024). Cauquén común (Chloephaga picta) — Ficha de la especie. https://www.ecoregistros.org/ficha/Chloephaga-picta
Rabuffeti, F. et al. (2013). Cartilla para la identificación de cauquenes de Argentina. Fundación Patagonia Natural. https:// patagonianatural.org.ar/cartillas-de-identificacion/
Mac Lean, D. et al. (2009). ¿Cuánto sabemos de los cauquenes? Habitantes de nuestras pampas. Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.
ARTÍCULO PRINCIPAL El viaje de los cauquenes. Grandes aventureros fueguinos. Autores: Julián Santiago, Valentina Álvarez Praino. La Lupa No 24, julio 2024, 16-21, 2796-7360.
Los bosques son considerados de vital importancia para la humanidad, ya que proporcionan una amplia gama de bienes y servicios ecosistémicos esenciales (ej. leña, fibra, secuestro de carbono, etc.). Uno de estos servicios es el mantenimiento de la biodiversidad, la cual contribuye al sustento de procesos ecológicos muy importantes, como, por ejemplo, la polinización, el control biológico de plagas, el saneamiento y la prevención de enfermedades, y la recuperación del ecosistema luego de ser afectado por disturbios. Sin embargo, las actividades productivas en los bosques, como la agricultura, el aprovechamiento forestal, la ganadería y la extracción de combustibles fósiles, generan cambios en la biodiversidad que podrían afectar el funcionamiento de los ecosistemas, principalmente por fragmentación y pérdida de hábitat.
Usos de los bosques de ñire
En la porción argentina de la Isla Grande de Tierra del Fuego (TDF), los bosques cubren el 35% de la superficie, representando uno de los recursos genuinos más importantes de la provincia. Estos bosques están compuestos principalmente por tres especies: Nothofagus pumilio (lenga), N. antarctica (ñire) y N. betuloides (guindo). Los bosques de N. antarctica, o ñirantales, se distribuyen en alrededor de 181 mil hectáreas en TDF, ocupando principalmente la zona central de la isla, rodeados de estepas al norte y bosques de lenga al sur. El uso de los ñirantales en Patagonia Sur (Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego) data desde el siglo XIX, con el inicio de la colonización y la producción ganadera ovina, principalmente para extracción de leña y postes para alambrados, y para protección y pastoreo de los animales. Desde sus comienzos, el uso ganadero de estos bosques ha sido extensivo y poco planificado, reduciéndose la cobertura arbórea con cortas —desde suaves hasta intensas— para aumentar la producción de forraje (plantas para alimentar a los animales) bajo su dosel (FIGURA 1). Como consecuencia de estos usos y de su propia dinámica natural, los bosques de ñire de TDF poseen actualmente una gran variedad de estructuras arbóreas, niveles de regeneración, composiciones florísticas y estados de conservación. Durante los últimos 20 años ha crecido el interés en reorientar el manejo hacia estrategias forestales y silvopastoriles más sustentables. Los sistemas silvopastoriles combinan en una misma unidad de superficie árboles con pastizales pastoreados por ganado. Para estos sistemas se han propuesto pautas de manejo que incluyen cortas, como raleos, con diferentes intensidades dependiendo de las condiciones de los sitios.
Figura 1. A. Ganado vacuno utilizando bosque de Nothofagus antarctica (ñire). B. Bosque de ñire con cortas (raleos) en Tierra del Fuego, Argentina.
Las aves del bosque
Si bien las aves no contribuyen en gran medida a la productividad total de los ecosistemas (producción de biomasa), sus roles ecológicos pueden impactar de manera significativa en su funcionamiento. Aunque pueden brindar servicios ecosistémicos de “provisión” (son una fuente de proteína y sus plumas sirven para confeccionar abrigos y ornamentación), cumplen funciones muy importantes de “regulación” (como control de poblaciones de insectos plagas y de roedores transmisores de enfermedades), de “soporte” (polinizan y dispersan semillas) y “culturales” (son fuentes de inspiración para el arte, la fotografía y cultos religiosos). Además, en los últimos años se han comprobado los beneficios de la observación de aves como actividad para el esparcimiento y la recreación.
En los ambientes terrestres del archipiélago de Tierra del Fuego, las aves constituyen el grupo de vertebrados más abundante y diverso, siendo las paseriformes las más características en el mosaico de hábitats que conforman el paisaje terrestre. En nuestras latitudes, las aves podrían ser aún más relevantes debido a que ocupan muchos papeles ecológicos claves.
Por ejemplo, se ha demostrado que varias especies intervienen en la polinización (ej. Elaenia albiceps – fiofío silbón, FIGURA 2), la dispersión de semillas (ej. de calafate por Turdus falcklandii – zorzal patagónico), o sirven de alimento a depredadores (ej. Aphrastura spinicauda – rayadito, o Troglodytes aedon – ratona).
Existe evidencia de que las actividades productivas, como el aprovechamiento forestal o el uso ganadero, generan cambios en las comunidades de aves y en especial en ciertos grupos de especies. Por ejemplo, aquellas más especializadas (como las insectívoras) o que dependen de elementos estructurales de los bosques, como las que viven exclusivamente en el sotobosque o aquellas que utilizan árboles grandes para nidificar. Debido a esto, son consideradas buenos indicadores de cambio en las condiciones ecológicas, y han sido asociadas tanto a cambios globales (como el climático) como a cambios locales (como el uso del suelo). La identificación de taxones o grupos funcionales como bioindicadores es un método práctico para cuantificar el estado de conservación de los bosques, ya que vincula la respuesta de las especies (o las comunidades) a procesos ambientales relacionados a disturbios naturales y/o antrópicos. Por lo tanto, los bioindicadores son utilizados para evaluar el estado del ambiente y cómo este cambia con el tiempo, ya sea actuando como alerta temprana a cambios en el ambiente local, para monitorear un estrés específico del ecosistema o indicar el nivel de diversidad taxonómica en el sitio.
Figura 2. Elaenia albiceps (fiofío silbón). Foto: Marcelo de Cruz.
Nuestros estudios
Durante la época reproductiva (verano) de 4 años consecutivos (2017–2020), estudiamos la comunidad de aves en bosques de ñire con presencia de ganadería. Hemos observado que en bosques con aperturas del dosel (raleos), la riqueza de especies aumentó debido a la aparición de aquellas especies características de ambientes abiertos (por ej. Xolmis pyrope – diucón, que suele utilizar bordes de bosque o arbustales). Sin embargo, la densidad (individuos/ha) de aves resultó similar a la encontrada en bosques sin intervenir. Especies con hábitos más generalistas (ej. Anairetes parulus – cachudito y ratona, FIGURA 3), que se alimentan del sotobosque (ej. Zonotrichia capensis – chingolo, Phrygilus patagonicus – comesebo patagónico), y que utilizan ambientes abiertos (humedales o pastizales) para capturar su alimento (ej. Tachycineta leucopyga – golondrina patagónica), aparecieron más frecuentemente en bosques con raleos o con bajas coberturas de copas.
Figura 3. Troglodytes aedon (ratona). Foto: Jorge López Moreno.
Un hallazgo sorprendente fue la observación de dos especialistas de bosque (Pygarrhichas albogularis – picolezna y rayadito, FIGURA 4), tanto en bosques sin cortas como en bosques con raleos.
Además, mediante este estudio pudimos identificar especies indicadoras en diferentes tipos de bosque. Spinus barbatus – cabecitanegra austral estuvo asociada a bosques con raleos. Rayadito y picolezna fueron indicadoras de bosques sin cortas y más cerrados. En cuanto a los bosques sin cortas pero más abiertos, siete especies fueron identificadas como indicadoras (ej. golondrina patagónica, chingolo, ratona y zorzal). De este estudio pudimos concluir que la implementación de los raleos en estos bosques favorece a algunas especies (ej. cabecitanegra austral, chingolo, ratona), pero permite mantener la presencia de especies indicadoras de bosque sin intervención (rayadito) y sensibles a disturbios (picolezna). El monitoreo de los bioindicadores encontrados permite evaluar los cambios en estos bosques y si las comunidades de aves se mantienen en buen estado de conservación. Esto podría incorporarse como herramienta práctica habitual en los planes de manejo.
Figura 4. A. Aphrastura spinicauda (rayadito). B. Pygarrhichas albogularis (picolezna). Foto: Marcelo de Cruz.
LECTURA SUGERIDA:
Birdlife International. (2022). Estado de conservación de las aves del mundo 2022: Enfoques y soluciones para la crisis de la biodiversidad. Cambridge, UK.
Raleos: Técnica silvicultural que reduce la cantidad de individuos de una masa boscosa, permitiendo el ingreso de mayor radiación a los estratos inferiores del bosque, estimulando el crecimiento de algunas plantas (ej. gramíneas) y mejorando de esta manera la oferta forrajera para el ganado.
Paseriformes: Orden de aves denominadas tradicionalmente como pájaros, generalmente pequeñas, que se caracterizan por poseer una gran habilidad para el canto.
Grupos funcionales: Grupos de especies que utilizan los recursos de manera similar y tienen efectos parecidos sobre los procesos del ecosistema.
Bioindicadores: Plantas o animales presentes en ecosistemas terrestres o acuáticos, cuyas poblaciones pueden ser afectadas por cambios en el hábitat. Su uso como bioindicadores se basa en la susceptibilidad de estas especies para responder a los cambios ambientales.
Riqueza: Número de especies que componen una comunidad.
Generalistas: Especies que pueden utilizar gran variedad de ambientes y/o recursos.
Sotobosque: Toda vegetación (hierbas, arbustos, árboles jóvenes) que crece por debajo de las copas de los árboles.
ARTÍCULO PRINCIPAL ¿Afecta el uso del bosque a la comunidad de aves? El caso de los bosques de ñire. Autora: Julieta Benitez. La Lupa No 24, julio 2024, 28-33, 2796-7360.
FIGURA 1. Escarabajos carismáticos de Tierra del Fuego: (de izquierda a derecha) Aegorhinus vitulus, Oxipeltus quadrispinosus, Ceroglossus suturalis y Callysphyris leptotus.
Los insectos son uno de los componentes más diversos y fundamentales de la fauna fueguina. Habitan todos los ecosistemas terrestres, desde las costas hasta la alta montaña, bajo tierra y en las copas de los árboles, siendo esenciales para su funcionamiento. Entre los servicios que brindan, destacan polinización, descomposición, control biológico de plagas y enfermedades, y alimento para otros organismos.
Ahora, ¿qué es un insecto? Son organismos invertebrados, pertenecientes al filo de los artrópodos. Se caracterizan por poseer, en estado adulto, el cuerpo segmentado en cabeza, tórax y abdomen, así como un par de antenas, dos pares de alas y tres pares de patas. Todas estas estructuras, sumadas a las piezas bucales, pueden estar modificadas al extremo para adaptarse a necesidades de alimentación, defensa o reproducción. El desarrollo es indirecto, ya que incluye siempre una fase juvenil (larva o ninfa) que, mediante metamorfosis, llega a adulto.
A nivel global, los insectos componen la mayor parte de toda la fauna terrestre conocida, superando el millón de especies y con estimaciones que llegan a los 30 millones. Cada estudio o avance tecnológico permite identificar nuevas especies día a día. Los grupos (órdenes) más importantes, tanto en cantidad de especies como de individuos, son los dípteros (moscas, mosquitos, tábanos), los lepidópteros (mariposas y polillas), los himenópteros (abejas, abejorros, avispas y hormigas) y los coleópteros (gorgojos, escarabajos, cascarudos). Sin embargo, hay muchos otros órdenes con menos especies y poblaciones menos abundantes, como hemípteros (chinches, chicharritas), homópteros (pulgones, cochinillas), odonatos (libélulas), psocópteros (piojos de la corteza), etc.
FIGURA 2. Coleóptero emblemático de Tierra del Fuego: Aegorhinus vitulus.
En Tierra del Fuego existe una gran riqueza de insectos, incluyendo muchas especies aún desconocidas para la ciencia. Debido a su menor abundancia comparada con latitudes más bajas, suelen pasar desapercibidos. Muchos son muy pequeños y viven ocultos la mayor parte del tiempo (como los que habitan la hojarasca o la madera) y solo unos pocos son relativamente grandes y coloridos (FIGURA 1), o tienen un comportamiento característico que los hace llamativos e interesantes (FIGURA 2). Algunos tienen una distribución amplia (por ejemplo, en toda Patagonia) y otros son endémicos.
No todos los insectos que habitan Tierra del Fuego son nativos, ni habitan exclusivamente ambientes naturales. En la última década, se han introducido y naturalizado especies exóticas como las avispas “chaqueta amarilla” (Vespula spp.) y abejorros (Bombus terrestris) originarios de Europa (FIGURA 3). También hay invasiones de insectos domésticos o asociados al hombre, como cucarachas (Blatella germanica), chinches de cama (Cimex lectularius) y piojos, y registro de plagas de plantas (pulgones y cochinillas) y animales (pulgas y garrapatas).
FIGURA 3. Avispa “chaqueta amarilla” (Vespula vulgaris, izquierda) y abejorro (Bombus terrestris, derecha), ejemplos de insectos exóticos naturalizados en Tierra del Fuego.
A causa de los servicios ecosistémicos que brindan y de sus requerimientos específicos de hábitat, muchos insectos son muy sensibles a los cambios del ambiente, por lo que son buenos indicadores de la salud de los ecosistemas. Desde hace un tiempo, se trabaja en el CADIC y en la UNTDF para conocer más sobre su biología y ecología, evaluar su rol como bioindicadores, e incorporarlos a diversos estudios y monitoreos. Por ejemplo, para evaluar el impacto o la recuperación luego de un disturbio (como el aprovechamiento forestal, el uso silvopastoril o los incendios) o de una restauración.
Como citar: Insectos de Tierra del Fuego. Nuestra fauna invisible. Autores: María Vanessa Lencinas, Francisco J. Sola. La Lupa No 24, julio 2024, 40-41, 2796-7360.